La mujer en el mundo rural: experiencias educativas para la transformación social.
- Elena Alfaro // Inés Martín
- 31 may 2021
- 3 Min. de lectura
El éxodo rural, el envejecimiento de la población y la masculinización son las actuales condiciones en las que se encuentra el medio rural. Romper con estas dinámicas son los grandes retos en las últimas décadas, para poder contar con un mundo rural vivo y sostenible, estableciendo nuevas actuaciones que apuesten por desprenderse de dinámicas anteriores que nos han llevado a esta situación actual.
El contexto globalizador y las políticas neoliberales han ido asfixiando el medio rural, imposibilitando a sus habitantes encontrar medios de vida para su subsistencia, ya que les resulta casi imposible competir con los grandes agricultores. Estos factores han ido motivando el comentado éxodo rural y, en consecuencia, la destrucción de las formas tradicionales de producción, y con ellos las culturas locales, las comunidades y el medioambiente natural.
Ante esta situación surge el movimiento campesino como modo de resistencia. ¿Qué es el movimiento campesino? Tal y como expresa Esther Vivas: “La vía campesina es el movimiento internacional de referencia integrado por campesinos y campesinas de todo el globo que reivindican la soberanía alimentaria. Esta capacidad de decidir de las comunidades, de los pueblos, sobre lo que respecta a nuestra alimentación es fundamental, ante esta lógica usurpadora del capitalismo, anteponer otra lógica, la lógica de los bienes comunes, la lógica de las necesidades colectivas, la lógica de la solidaridad y de la colaboración”.
Las mujeres rurales, una cuarta parte de la población mundial desempeñan funciones fundamentales para el desarrollo rural:
Actividades agrícolas que garantizan la alimentación de la comunidad.
Se encargan del cuidado de los miembros de la familia.
Además, suelen ser las que conocen y transmiten los conocimientos tradicionales del campo, que resultan decisivos para garantizar los medios de vida, la resiliencia y la cultura de sus comunidades”
Se encargan de las actividades comunitarias y de tejer redes colectivas; etc.
Sin embargo, todas estas actividades las suelen ejercer sin remuneración o en condiciones de precariedad. Tienen grandes dificultades a la hora de acceder a la tierra, a créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor, a causa de la discriminación por motivos de género, pero también por su mayor participación en los cuidados (que les impide emprender). De hecho, menos del 20% de los propietarios de tierras en todo el mundo son mujeres, además, en las zonas rurales la brecha salarial de género llega al 40%. Toda esta situación provoca que no puedan acceder de manera equitativa a los servicios públicos (educación y asistencia sanitaria), lo que les coloca en una situación de dependencia respecto del hombre, lo que facilita el silenciamiento de las mujeres víctimas de violencia de género en este entorno.
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Para ello, la Educación es clave para transformar la situación actual del mundo rural, pero debe ser una Educación en la que se genere un cambio social. En este sentido, la pedagogía de Paulo Freire es la base de este proceso transformador, puesto que se apoya en la praxis, la reflexión y la acción en el mundo para transformarlo. Partiendo de estas premisas, surge la idea de una Escuela de Acción Campesina en la Universidad Rural Paulo Freire, en las sedes de Tierra de Campos (Palencia) y Serranía de Ronda (Málaga).
¿Qué son las Escuelas Campesinas?
Las Escuelas Campesinas son un proyecto de Educación no formal orientado a fomentar la acción en el medio rural, vinculadas a experiencias sindicales, cooperativas, grupos culturales, centros educativos, entre otros, dentro de los territorios. Son un proyecto de vida dentro del campo, reivindicando un espacio de conocimiento colectivo y desarrollo integral de los campesinos y las campesinas, con una pedagogía basada en la reflexión, la acción y el compromiso de la transformación social.
El proceso de construcción de las Escuelas Campesinas tiene un carácter horizontal, donde las comunidades son los agentes protagonistas del proyecto, siendo un espacio de debate, análisis y práctica, para generar un medio rural donde los pilares sean la soberanía alimentaria y la reforma agraria popular.
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