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Puenteando otros mundos posibles

  • Foto del escritor: Daniel Gordon
    Daniel Gordon
  • 12 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

Puenteras




“esto que yo veía como una frontera, se hizo un puente”

Marcela Bohórquez


“(…) Un montón de gente, un montón de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos

chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno,

que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que

llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no

alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas

que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.”

Eduardo Galeano


La educación como un constructo social, político y económico se ha encontrado con un despertar de conciencias ligado a la evolución de unas sucesivas generaciones que han marcado los sentires de una civilización en la búsqueda de espacios y relacionamientos cada vez más humanos. Un caminar trazado por un fluir de desaciertos, encuentros, pasiones y resistencias que paulatinamente han entretejido un devenir histórico en el que resulta el sueño de una educación para la transición.


Un sueño compartido, desde diversas orillas planetarias que se oponen al paradigma hegemónico de mercantilización de la vida y sus correlatos del patriarcado, racismo y aporofobia, productores de explotación, marginación y desigualdad.


Por ello, un sueño que sólo será posible en la medida que se conecten ese mar de fueguitos emancipadores que desde posiciones y discursos ecologistas, feministas y decoloniales se consoliden como una crítica radical al modelo de desarrollo.


Bajo estas premisas, colgamos esta entrevista a la creadora de una iniciativa feminista local, en la que subyacen elementos que agencian posibilidades a formas de educación diferentes desde el ámbito no formal.


Lo anterior, como un aporte a la visibilidad de esos ejercicios que se plantean una educación rescatadora de miradas civilizatorias y retadoras a la globalización.


Puenteras está integrada por valiosos elementos pedagógicos que como lo plantea Castellanos (2018) se trata de un proceso en el que toma especial fuerza:


(…) la pregunta por las experiencias de espiritualidad-sanación de mujeres contemporáneas (que) tiene especial relevancia en nuestra crisis humanitaria y planetaria, momento que nos impulsa como nómadas hacia lo desconocido. (…) (dando) (…) cuenta de movimientos importantes en los modos de ser y estar en el mundo, de transgresiones epistémicas y políticas. (…)


Además, en la esencia del proyecto se integra el “conocimiento puente” como un cruce de saberes que abandera la decolonización del ser y del saber. Un asunto que permite abrir la puerta a lo desconocido, lo extraño, pero a su vez a ese encuentro con la otra desde la creatividad, una posibilidad de educación diferente desde la experiencia y la espiritualidad.


Puenteras

Es una escuela de autoconocimiento para mujeres inspirada en el feminismo espiritual que nace en Colombia durante diciembre del 2018. Esta iniciativa fluye alrededor del conocimiento puente heredado de las nepantleras, acompañado de las posibilidades por crear nuevas formas de reconocimiento desde la experiencia. Es una creación colectiva que se conecta con la astrología en una lógica del movimiento espiral, bajo una concepción que cambia la percepción del tiempo, ritmo y espacio, así como sus miradas del mundo, pues ya no se conciben hacia un futuro sino en espiral estando muy en el presente; espirales “enraizadas” en la tierra al ecofeminismo, apropiando lo que algunas académicas[1] llamaron la espiritualidad basada en la tierra.


Se encuentra materializada en varias iniciativas, una de ellas son los cafés públicos, que se definen como espacios de conversación que integran una línea del trabajo puente, los cuales no son debate, son un escenario para el reconocimiento de diversidades, la integración de diferencias y la búsqueda del sentido de sanación – bienestar.


Estos espacios son guiados por una invitada quien les orienta desde su experiencia y permite que fluya por medio de las preguntas e historias personales de las participantes, que paulatinamente se van abriendo desde diferentes lugares. No existe un guión, sólo se trata de sentir, conectarse y fluir, un movimiento energético evocado por una educación afectiva y espiritual desde una mirada feminista.


También se crean y agencian proyectos hacia las comunidades con la intención de humanizarles, prestando especial atención en el intercambio, en ese sentido se encuentran las citas postales, producto de una investigación constante sobre diversas autoras, poetas, artistas; para compartir sus formas de ver el mundo brindando esperanza con una intención pedagógica.


Asimismo, surgen los podcasts que son entrevistas a mujeres de diversos conocimientos, un formato que permite explorar distintas formas en que las mujeres están en el mundo. A medida que el proyecto avanza, exige nuevos planteamientos, es por ello la apertura a las lecturas comunitarias, que comienzan a circular como dosis de conocimiento gratuitas valiéndose de diferentes redes sociales.


Finalmente, están las clases en espiral y talleres que se concibe como un ejercicio de aprender y tejer juntas desde las experiencias individuales, a partir de temas diversos que alimentan el intercambio.

[1] Bell Hooks (2017), Jean Shinoda (2003) y Starhawk (1989).


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